. Parecía un vals pero en realidad la mayoría de los pasos eran flamenco. Probablemente los aprendió en ese viaje a la India en el que el guía se quería casar con una española. Aunque quizás lo aprendió directamente en España, pero no creo, porque en realidad fue directamente a Ibiza y le salieron ampollas de tanto tomar sol, supongo que si tomó tanto sol no tuvo tiempo de aprender flamenco. Y la vueltita así, sacaba el pecho como un pollo, y aplaudía siendo el más majestuoso de los seres, de esos a los que uno respeta por temor. Salvo cuando daba la vuelta, ahí uno lo respetaba por ternura. Era tan ciclotímico y la sensación que producía en los demás también. Como la vez que le pregunté por qué y me dijo gritando. Producía odiarlo, pero si mirabas en sus ojos, (aunque esto me lo imaginaba, porque era todo por teléfono), atravesando sus ojos, producía acariciarlo hasta que se quedara dormido. En ese último aplauso, ubicado entre las líneas blancas embadurnadas de asfalto es que fue atropellado. Del conductor no se supo nada, aunque se sospecha que iba comiendo una cebolla, pero como era mi tío el que bailaba el vals en un lugar equivocado de nada servía encontrar al conductor de ningún delito. Desde esa noche no supe más de él, no recuerdo si es porque era un sueño o porque en verdad murió y aún no logro arreglar ese artefacto. Igual no cambia nada, bailaba y si bailaba era porque estaba contento o borracho y creo que el vino le gustaba más que estar contento.
. La radio me despertó con una propaganda en la que dos pájaros toman vino, por eso pensé en él y por eso la confusión de si era una sueño o no. Sus plumas verdes, las más verdes de todas las plumas suavizan su honorable presencia, y su pecho rojo es cubierto por una corbata para que sus dignos objetivos políticos no sean confundidos. Así lo mencionó hoy el presidente por la radio, el único animal después del hombre en gobernar una ciudad. Y pensar que le gustaba que le rascara el pecho, hasta me dijo que quería que lo pintara todo de rojo, que de verde se sentía un sapo, y que teñido de rojo sería el único loro teñido de rojo. Accedí con la condición de que no se escapara, y ahora lo ven, gobernador. No soporto, no pude soportar, mi pecho se cerraba, mis palpitaciones se excitaban, corrí en búsqueda de la caja de madera en la que guardo las cartas que no doy a la gente que le escribo, le había pintado muñecos de nieve azules tomando un sol con sonrisa, nunca entendí esa compulsión infantil de dibujar sonrisas, ni que fuera divertido el muñeco de nieve azul derritiéndose. Cuando la abrí recordé que la última vez que había intentado suicidarme había cambiado el arma de lugar para no volverlo hacer al reflexionar, pero lo que reflexiono es que no fui hecho para las contradicciones de este mundo, creo que en otro puedo llegar a funcionar, encima le había comprando la tintura para loros más cara, y un sombrero como el de Chaplin pero en miniatura para sellar nuestra amistad, y ahora usa esa corbata para no confundir sus “dignos objetivos políticos”, le gustaba mucho Chaplín, y eso que dicen que la gente no cambia. Con mi pecho ya cerrado y luchando contra la alfombra que me quitaba los lentes, la encuentro detrás del cuadro que me regaló Nora antes de abandonarme por ese maldito circo finlandés, esas cosas que la gente, que nunca cambia, hace por culpa. No encontraba mi sien, y mi alfombra ya se había tragado mis lentes, así que me arriesgué. Hasta ahora nunca me había equivocado de tan buena manera, el disparo fue directo a mi ojo, el izquierdo, o el derecho, depende de cómo lo mires, y ese líquido, mágico, ahora que lo pienso, me lo envenenó. Había sido regalo de mi sobrino, una especie de chiste a mi compulsión por el suicidio, pero yo en lugar de agua le había cargado veneno de las ranas más venenosas de todos los animales venenosos, que también son verdes como este pajarraco. Esa nueva visión envenenada de mi ojo izquierdo, o derecho, depende de cómo lo mires, quebraba a todo lo quebrable en sus mínimas partes que llegara a mirar, lo contradictorio se volvía tan mínimamente contradictorio y con eso la vida en tan mínimas porciones se volvía inmensamente hermosa, what a wonderful world sonaba en mi cabeza y Nora se había llevado mi disco para abandonarme por ese maldito circo finlandés, pero ahora la distancia a la desquería era tan mínima y lo poco de mis ahorros también, y quizás porque intentaba bailar flamenco y sólo me salía un vals es que no decidió frenar. Lo único seguro es que comía cebolla, sino no explico por qué a mi tío lo encontraron llorando.
. La radio me despertó con una propaganda en la que dos pájaros toman vino, por eso pensé en él y por eso la confusión de si era una sueño o no. Sus plumas verdes, las más verdes de todas las plumas suavizan su honorable presencia, y su pecho rojo es cubierto por una corbata para que sus dignos objetivos políticos no sean confundidos. Así lo mencionó hoy el presidente por la radio, el único animal después del hombre en gobernar una ciudad. Y pensar que le gustaba que le rascara el pecho, hasta me dijo que quería que lo pintara todo de rojo, que de verde se sentía un sapo, y que teñido de rojo sería el único loro teñido de rojo. Accedí con la condición de que no se escapara, y ahora lo ven, gobernador. No soporto, no pude soportar, mi pecho se cerraba, mis palpitaciones se excitaban, corrí en búsqueda de la caja de madera en la que guardo las cartas que no doy a la gente que le escribo, le había pintado muñecos de nieve azules tomando un sol con sonrisa, nunca entendí esa compulsión infantil de dibujar sonrisas, ni que fuera divertido el muñeco de nieve azul derritiéndose. Cuando la abrí recordé que la última vez que había intentado suicidarme había cambiado el arma de lugar para no volverlo hacer al reflexionar, pero lo que reflexiono es que no fui hecho para las contradicciones de este mundo, creo que en otro puedo llegar a funcionar, encima le había comprando la tintura para loros más cara, y un sombrero como el de Chaplin pero en miniatura para sellar nuestra amistad, y ahora usa esa corbata para no confundir sus “dignos objetivos políticos”, le gustaba mucho Chaplín, y eso que dicen que la gente no cambia. Con mi pecho ya cerrado y luchando contra la alfombra que me quitaba los lentes, la encuentro detrás del cuadro que me regaló Nora antes de abandonarme por ese maldito circo finlandés, esas cosas que la gente, que nunca cambia, hace por culpa. No encontraba mi sien, y mi alfombra ya se había tragado mis lentes, así que me arriesgué. Hasta ahora nunca me había equivocado de tan buena manera, el disparo fue directo a mi ojo, el izquierdo, o el derecho, depende de cómo lo mires, y ese líquido, mágico, ahora que lo pienso, me lo envenenó. Había sido regalo de mi sobrino, una especie de chiste a mi compulsión por el suicidio, pero yo en lugar de agua le había cargado veneno de las ranas más venenosas de todos los animales venenosos, que también son verdes como este pajarraco. Esa nueva visión envenenada de mi ojo izquierdo, o derecho, depende de cómo lo mires, quebraba a todo lo quebrable en sus mínimas partes que llegara a mirar, lo contradictorio se volvía tan mínimamente contradictorio y con eso la vida en tan mínimas porciones se volvía inmensamente hermosa, what a wonderful world sonaba en mi cabeza y Nora se había llevado mi disco para abandonarme por ese maldito circo finlandés, pero ahora la distancia a la desquería era tan mínima y lo poco de mis ahorros también, y quizás porque intentaba bailar flamenco y sólo me salía un vals es que no decidió frenar. Lo único seguro es que comía cebolla, sino no explico por qué a mi tío lo encontraron llorando.
*Inspirado en algunas letras de WA
2 comentarios:
Me costó leerlo unas cuantas veces para comprender la lectura y todavía no lo consigo. Un sueño o una cabeza o simplemente pasa. ¿Ellos son los dos? Tan confuso como vos que parecés compartirte toda y en realidad sos un inmenso secreto.
Un abrazo Lolita, nos vemos por ahí (o por ahí no, dirás).
Una superposición de voces en una historia tan surreal que hace que uno por momentos pierda el hilo de la narración, pero ¿No es eso lo que le pasa al ciclotímico? Que es tío y sobrino al mismo tiempo, que baila dos danzas opuestas que se juntan por accidente en una muerte, que vierte lágrimas sobre su propio cuerpo doble. Cebollas, cebollas. Un beso compañera.
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