21.7.07

Oda sin uñas

por Barbarie 19.07

Sin embargo ella pulsa esos dos botones, mezcla de verdad y de verde, y de un martes que no para de bostezar, y su cerebro está vibrando, quiero decir bailando, teme que se le acabe la canción aunque pueda hacerla volver a empezar, apretar el botón y permitirme escribir de corrido. Igual ella sabe hacer muchas cosas a la vez, como ahora mismo que te escribe, y está tan deseosa de que llegue un sábado negro, y busca paisajes que valgan la pena ser filmados, y tiene tanta sed de ahogarse en la pileta, es que tengo tantas ganas de ahogarme en la pileta, en verdad cuando dice que se quiere tirar por la ventana, se imagina que el pavimento salpica, inmensa secreción, fluidos de la más grande de las nadas. Y la canción por tercera vez, y fijate que le costó, le cuesta, hacerte estos dibujos, comenzando por la parte en que escribe las primeras letras con un delineador, los lápices no tienen punta y la última birome se la dio en la biblioteca, pero este delineador no se entiende, mejor alguna de las de color, que después de todo tanto como el primero tienen que ver con vos, la mar, la mañana, la casa en la cosa, una burbuja brilla en el fondo del cuadro y aquí ella se pregunta cómo seguir, más allá de que esto que está haciendo sea casi involuntario, cuando yo aparezco casi se la puede ver impulsiva, sobre todo porque casi, casi, como ella cree que en tus manos, en tu piel entera, se reciente la pureza de los bebés, esos engendros que tienen todo, algo que no sé qué. Ella no sabe qué tienen. ¿Todo, y nada por perder? ¿Nada porque desde el instante en que les hablan su domesticación prospera? Respira, corazón, respira. Es tan confuso, es que ella está tan confundida, vos no lo sabés, pero cuando arruga mis camisas es porque está mareada, y últimamente ella arruga mis camisas más que nunca, y con su saliva las hace jugo. Pero a fin de cuentas, ni a vos ni a ella les interesan mucho los engendros, salvo que tengan mucho equilibrio y duerman más de veinte horas. Eso sólo me interesa a mí, y por culpa de ustedes dos me perdí de tomar las vías del tren que se me acaban de cruzar, me están dominando. Es que ella nunca se calla. Ella quiere saber por qué le tenés tanta paciencia. Pero lo que más quiere ella es confesarte la tarde en la que planeó matarte, en realidad ella no quería matarte, es que era la hora de la siesta, vos mientras dormías eras un corazón, uno de verdad, rojo, deforme, con muchas cosas por todas partes, revuelto como tripas, un corazón que no pulsaba, vos, corazón, a la hora de la siesta. Te desinflabas, así, eso, lentamente, ese corazón que yo quería que se quedara así de inmenso, desinflado, quieto, sobre las sábanas arrugadas, después de tantas vueltas, para que siempre te pueda mirar, sí, así, despacio, a la hora de la siesta. Por eso había planeado matarte, ella se desdobla a la hora de la siesta. Su problema es que te despertaste, y sus ojos empastados te resultaron tan difíciles de tolerar, como siempre y como a todos, entonces la burbuja ahora es una mancha que va más rápido que el tiempo, se escapa del cuadro, fue ahí que cuando la viste mirarte volviste a cerrar los ojos y ella creyó que había logrado matarte, como todo lo que desea sedienta y se le cumple. En realidad después te despertaste, justo cuando creyó que hundiendo sus dedos en tu cuerpo ensangrentado ella abriría la puerta de tus sueños, ella siempre quiso abrir la puerta de tus sueños, pero justo despertaste o te dormiste o algo parecido, y ya no era ni tan húmedo ni tan rojo el cuerpo sobre el que hundía sus dedos, igual no te dolía, en esa siesta ella tenía las uñas como vos, como ustedes dos, y ahora que te confieso cómo me vas a poder mirar a los ojos si ya tanto te costaba. Ella quiere decirte que no la dejes de mirar a los ojos, aunque sabe que en su lugar vos también la hubieras matado. Ahora son muchas burbujas, un batallón más temerario que vivo, pero abrir esa puerta… por lo menos mirá uno de sus ojos, ahora que es ella sobre las arrugas, pulsando, cuando despertás la siesta y deseás verla así, sí, así, despacio, con los ojos desiertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mademoiselle, sería un pecado no mirar esos ojos. Hasta la vista!