1.6.08

La promesa de Prometeo

por Barbarella
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Quizás la soledad lo haya tirado de la cama y por eso se pregunta todo el tiempo si la muerte no lo puede acompañar, aunque sea a la hora de la siesta. Tan enojado y con tanta tristeza por el hambre en el planeta que se deprime y llora. Se ahoga como si quisiera guardar todo el ahogo del mundo para él. Tan sólo porque nadie lo despierta con ganas de darle un beso. Tan solo porque está abandonado e igualmente debe ser fuerte porque en este mundo uno no puede detenerse. Y porque si uno se detiene los átomos se congelan, y ellos no tienen la culpa, él los tiene que cuidar. Pero ni la soledad ni la muerte lo acompañan. La primera lo burla, la segunda lo ignora. ¿El instinto de supervivencia lo detendrá? Hay algo que de tan oscuro se enciende, ¿será el paraíso?, ¿una linterna en la que reencarna?, ¿una piedra filosa? Quizás sólo quiere llamar la atención, logrando que alguien lo mire con ternura y le vengan ganas de cuidarlo. Pero ni a Prometeo le importa. Él la escucha, y ella es tan indiferente, tan lejana, tan de otra vida que él no para de preguntarse qué sucederá cuando su corazón deje de latir. Plap. Plap. Plap. ¿Es un latido o es un pez agonizando sobre la tierra fresca? Plap. Plap. Plap. ¿Es un latido o un caracol aplastado que nunca cambió al mundo? Pero de tanto miedo no se atreve a abrazarla, aunque la sueñe y ese sueño sea inocente, sólo se anima si es inconclusa, no se atreve a tenerla en la piel, ni si quiera en la palma de la mano. Plap. Plap. Plap. Quizás su problema es que ni tiene corazón.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

...cada minuto que pasa, es una oportunidad de cambiarlo todo...